lunes, 29 de marzo de 2010
El último aldabonazo
Es hora de que militantes, funcionarios, militares y todos aquellos que se definen como “revolucionarios” recobren la autonomía moral y rompan toda complicidad con un sistema que los arrastra a infamias propias del fascismo.
Una turba armada con palos y barras de acero rodeó la humilde casa de familia y vociferó la amenaza de matar a todos sus residentes. Golpeaban puertas y ventanas al tiempo que se esforzaban en romper el cerrojo de la entrada.
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Vaya asco, y esto es lo que defiende el inefable Moratinos.
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